XXIX CONGRESO GENERAL ORDINARIO DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE
EUGENIO GONZÁLEZ ROJAS
CONVOCATORIA
Compañeros y compañeras:
En mayo de 2011 el Partido Socialista de Chile celebrará su XXIX Congreso General bajo el nombre de Eugenio González, homenajeando a uno de nuestros fundadores, académico y parlamentario, profesor y ministro, intelectual y dirigente. Ideólogo del “humanismo socialista”, de una visión particular del socialismo profundamente democrática, popular, de masas y chilena. Una mirada propia que ha inspirado a generaciones de socialistas durante los 77 años de vida de nuestro partido. Hoy, en la recuperación de esa identidad socialista, buscamos discutir nuestro programa de futuro, reafirmando nuestros valores y proyectándolos hacia adelante, convencidos de la actualidad y de la capacidad de respuesta del socialismo frente a los desafíos de nuestra sociedad y los problemas que enfrenta su futuro, al igual que lo hizo este pionero y visionario socialista.
La gran preocupación de Eugenio González fue la significación cultural del socialismo. En sus escritos juveniles y en su obra literaria, el centro de sus preocupaciones es la condición humana y el peligro constante de su degradación. En el programa del año 1947, documento angular del socialismo chileno, plasmaba esta visión señalando que “El Partido Socialista, sobre la base de una interpretación marxista de la realidad, lucha porque se establezcan condiciones de vida -económicas, sociales y políticas- que permitan al hombre el pleno desarrollo de su personalidad por el trabajo, dentro de una estructura social renovada en función de los más altos valores éticos de la conciencia humana. Para ello, el Partido Socialista considera de imperativa necesidad la transformación integral del régimen existente, hecha sobre la base de las conquistas sociales alcanzadas hasta ahora por la actividad de los hombres en el proceso orgánico de la cultura”. Es este espíritu el que nos convoca y busca inspirar nuestro debate.
La derrota de la Concertación en las pasadas elecciones presidenciales marca el fin de un ciclo histórico en el que fuimos un aporte fundamental para llevar a cabo la transición política que contribuyó de manera notable a la democratización del país, a restablecer la paz civil y una convivencia democrática y civilizada, impulsando la reinserción internacional del país; restableciendo el imperio del derecho y haciendo del respeto a los Derechos Humanos, cruentamente violados por el terrorismo de Estado de la dictadura, un valor de nuestra sociedad.
Asimismo, en estos años Chile produjo más riqueza que nunca en su historia y llevamos a cabo sostenidos mejoramientos sociales, que se expresan principalmente en una disminución muy significativa de la pobreza y la extrema pobreza. Sin embargo, no fuimos capaces de romper la extrema desigualdad que ha acompañado a Chile desde su nacimiento como nación.
Por ello, y sin perjuicio de los avances logrados, los socialistas no podemos dejar de tener una visión crítica sobre la sociedad que hemos construido y debemos ser capaces de imaginar el país del siglo 21, superando los desequilibrios que una sociedad de desarrollo capitalista sigue generando en el contexto de la globalización.
El triunfo de la derecha representa, entonces, un cambio político y electoral significativo. Quienes sostenían que había una mutación en los clivajes del país resultaron ser más certeros que los que afirmaban que en Chile se mantenían, a grandes rasgos, las definiciones políticas en torno al Si y al No. Es decir, las distinciones básicas de la transición o de la estructura de bloques que se configuró hacia fines del siglo XX.
No se trata sólo de que la lógica de la transición perdió sustento como distinción básica, sino también que hay una modificación en el alineamiento de las culturas políticas de fines del siglo XX chileno, que fijó un quiebre entre la derecha clásica –de raigambres conservadoras y liberales- y las corrientes social-cristiana y socialdemócrata o socialistas, distintas a su vez de la izquierda comunista. Este fin de ciclo reconfigura ese mapa. En rigor, lo venía haciendo en la última década, pero sólo decantó electoralmente en estos últimos años. Los gobiernos de los Presidentes Lagos y Bachelet fueron una contención a este fenómeno, principalmente por los cambios modernizadores que ellos representaron, pero ya la elección municipal 2008 anticipó este resultado.
La gran tarea pendiente del socialismo chileno es la supresión de las desigualdades que se mantienen en nuestro país, inequidades que están plasmadas en la generalización del trabajo precario e inseguro, en la permanente discriminación de la mujer y de las minorías sexuales, en la exclusión y la negación de la identidad de los pueblos originarios, en la marginación laboral y cultural de los jóvenes, en el abandono de las personas mayores y en el mantenimiento de un modelo productor que depreda el medioambiente.
Junto con ello, debemos realizar una profunda e insoslayable reflexión sobre la política, su centralidad en la sociedad, en la definición y discusión del modelo de desarrollo que hemos de proponer al país. En este proceso de discusión debemos abordar los claroscuros del último ciclo histórico, analizar las causas de la derrota, hacernos cargo de la indispensable reflexión sobre la función de los partidos políticos, y avanzar sustantivamente en la reforma del Partido Socialista para dotarlo de las capacidades y herramientas necesarias para acometer estos retos.
Si queremos proyectar el Partido Socialista más allá el Bicentenario, debemos asumir la responsabilidad de su conducción desde la reformulación de su mirada histórica, hasta la reconstrucción de su democracia interna; desde el impulso a la inclusión y la participación militante, hasta el reencuentro del PS con la ciudadanía.
Nuestro desafío es volver a agrupar y movilizar a una mayoría social y política para constituirnos en una oposición eficaz y poderosa y en una creíble y renovada alternativa de gobierno a futuro. Para ello deberemos reflexionar y debatir sobre nuestra política de alianzas, sobre la vigencia del entendimiento entre la izquierda y el centro como eje de construcción de mayorías, sin abdicar de la naturaleza política del PS como partido de izquierda, abriendo a la Concertación a un profundo proceso de reinvención política, institucional y programática.
Chile ha entrado en un nuevo ciclo político, que impone la necesidad de un nuevo programa de transformaciones, mucho más profundas y radicales que las desarrolladas en los últimos 20 años.
Estos elementos enmarcan la reflexión que debemos hacer en nuestro Congreso partidario para sentar las bases ideales, programáticas y políticas orientarán la política socialista de los próximos años.
El Congreso Partidario es la instancia llamada a reafirmar las señas de identidad del socialismo chileno, iniciando la elaboración del proyecto de país que presentaremos al país.
El sentido del Congreso al que estamos convocando es la reflexión en y con la sociedad. Recuperar vínculos, incorporar prácticas y nuevos sentidos a nuestra política que nos permitan interpretar los anhelos de cambio del Pueblo de Chile.
Convocamos a todas y todos los militantes, simpatizantes, amigos y socialistas de corazón a participar de este Congreso, dentro un debate amplio y fraterno, y formular las bases de la política socialista de transformación que nos permita alcanzar las metas de desarrollo y de igualdad que Chile requiere.